Carlos Mateu: Esta es una mirada hacia otro lado, no son los hijos de desaparecidos
que crecieron en la ignorancia y después hicieron un ADN y les dijeron que sus
papás eran víctimas de la dictadura. Este es otro análisis, otro abordaje, otra
investigación. Tal vez una de las preguntas para formular la hipótesis de
trabajo haya sido ¿Qué se sentirá ser hijo de un militar en actividad durante
la dictadura?, ¿Qué se sentirá ser adolescente y pensar “mi viejo participó de
esto”?, ¿Se hereda la culpa de lo que hicieron los padres? Entre otros, lo
entrevistó, o mejor dicho, desarrollaron el trabajo Héctor Bravo, que es médico
psiquiatra y María José Ferré y Ferré, que es psicóloga. Trabajaron 15 años,
insisto, con hijos de militares activos entre el 76 y el 83 y tenemos el gusto
de conversar aquí en la radio con Héctor Bravo, el médico psiquiatra. Buenos
días Héctor, mucho gusto, muchas gracias
Héctor Bravo: Que tal Carlos, como le va
CM: Pero muy bien, encantado de conocerlo y de escucharlo, sobre todo, más
que nada porque objetivamente nos parece muy interesante esta….yo lo voy a
graficar así y usted me va a entender: darse vuelta y mirar hacia el otro lado,
detrás de la coraza de los jerarcas de la dictadura. Los hijos y su prole,
¿cómo sentirán lo que papá hizo?
HB: Sí. No es tan sólo los hijos de
la jerarquía militar o de militares en actividad en esa época, sino también de
lo que significa el personal civil de las Fuerzas Armadas, porque como dice Simon, un
escritor norteamericano, por cada represor activo, hay como cincuenta
colaboradores pasivos, escribientes, ordenanzas, que fueron enterándose de
esto. No es que directamente –en algunos casos sí- la función de los padres de
los pacientes era de represión, tortura o asesinato. Sino que estaban dentro de
ese círculo de silencio que se prolongó a lo largo de los años. Y los hijos de militares
o civiles pertenecientes a las FFAA, son los que han sufrido las consecuencias
de ese silencio justamente.
CM: ¿Y cómo vieron ustedes que se traslada esto? Usted me lo podrá decir
mejor… en general los hijos tomamos en los primeros años de nuestra vida y
sobre todo en nuestra niñez y adolescencia, los conceptos de mamá y papá dichos
en la mesa de casa. Uno crece con este mandato cultural y hasta ideológico. Después
uno puede modificar la cosa, en virtud de las vivencias propias.
HB: Por supuesto. Ellos son el
primer modelo. El problema es que en ese caso, en la mesa no se hablaba de eso,
se hacían acciones, o le inculcaban que no debían decir que eran hijos de
militares o miembros de las FFAA o de seguridad, sino que eran empleados
públicos nada más. Desde el comienzo había un ocultamiento. Muchas veces no se
dieron cuenta, hasta que comenzaron la terapia y los tratamientos, que todo
este silencio que se había ido prolongando a lo largo del tiempo producía mucho
sufrimiento. Sufrimiento que se producía en síntomas psíquicos, físicos o en
pesadillas, en sueños que los atormentaban y los hacían sufrir mucho.
CM: ¿Y con qué cosas se encontraron en el relevamiento?
HB: Con esto justamente. Por un lado
lo que nosotros denominamos -simplificando la clasificación- en términos
neuróticos, el paciente que funciona relativamente bien pero tenía muchas
pesadillas, que no le encontraban sentido, sentirse perseguidos…. Y por otro lado
los que no tuvieron tanta suerte e hicieron psicosis, esquizofrenia, trastornos
bipolares, distintos delirios de persecución, y que se traducían también en
síntomas que llevaban a la internación o pesadillas horrendas donde eran
perseguidos o se convertían en asesinos, o que comían a las víctimas que
tenían. Esto produce lógicamente mucho dolor y sufrimiento. ¿Cuál es la función
principal del médico o del profesional de la salud mental? Tratar de disminuir
el sufrimiento de los pacientes, porque ese es lo que los lleva a consulta. A
partir del trabajo clínico -porque esto no comenzó como un trabajo de
investigación, sino clínico- y a medida que fuimos viendo lo que pasaba, nos
comenzamos a interesar más en estudiar e investigar esto. Una cuestión no menor
es la heredabilidad de la culpa, donde se sentían culpables ellos mismos de lo
que los padres habían hecho, lo que ellos suponían que los padres podían haber
hecho o podían saber que habían hecho y no dijeron absolutamente nada.
CM: ¿Es cierto que hay diferencias en los testimonios o en las vivencias
por sexo, o sea, entre varones y mujeres?
HB: Hemos visto diferencias. Las
mujeres en general tenían un rol más pasivo, se identificaban más con la
víctima, mientras que los pacientes varones, o desarrollaron una psicosis
o eran trasgresores: mostraron conductas
que los padres no aprobaban, adicciones homosexualidad, etc. Justamente en
contra de los valores supuestamente levantados por los padres. No hemos
profundizado, la idea ahora es tener un universo más amplio de testimonios.
CM: Una especie de “rompo con toda mi herencia”, “hago lo mi papá siempre
criticó”, me drogo…
HB: Exacto, o me dejo el pelo largo.
Había transgresiones más leves, otras más fuertes.
CM: O me voy a un partido de izquierda…
HB: No es lo más común, pero también
se ha dado.
CM: Que cuestione mucho la dictadura y sus integrantes… ¿Y tienen alguna
referencia con las esposas de estos hombres?
HB: Sí, también hemos tenido
pacientes. La mayoría tienen identificación con los victimarios, salvo algunos
casos. Digamos, han convertido la vida, han aceptado esa situación, a veces
algunas dicen “nunca dijo nada”, “yo no sabía totalmente”. Pero bueno, de
cualquier forma, el hecho de compartir toda una vida, hace que algún
conocimiento se tenía de todo lo que estaba sucediendo.
CM: Alguna vez el señor llegó a su
casa y ante la pregunta de “¿cómo te fue querido?”: “Y hoy detuvimos a veinte”
HB :Tanto como eso no. En general
había silencio, salvo el caso de una paciente -que creo que en el periódico se
relata-, cuyo padre que en un momento determinado, en una cena de Navidad,
empezó a contar todo lo que había hecho. Despertó el horror de la paciente.
CM: El padre como que vomitó su verdad...
HB: Pero en un lugar y en un momento
no demasiado apropiado. “¿Cómo junto a mi papá con un monstruo?”, se preguntó
ella y nos lo repetía a nosotros.
CM: ¿Y ella se entera en ese momento que su padre era un monstruo
literalmente?
HB: Exacto. Y era una adolescente.
CM: Perdón que le profundice, ¿y esa chica adolecente en esa cena de Navidad,
de que cosas se enteró?
HB: Bueno, de cómo torturaban, de cómo violaban, de todas las
conductas sádicas, perversas que tenían estos personajes durante los interrogatorios,
durante las situaciones de captura que tenían.
CM: Héctor, y una cosita más, ¿cómo pudieron ustedes, o que evaluación
hacen de otro hecho puntual, dentro de todo este combo terrorífico, que fue el
robo de bebés? ¿Cómo analizan estas personas analizadas por ustedes el robo de
bebés consigo mismos? ¿Se terminaron preguntando “no seré yo un robado”?
HB: Pero por supuesto, en general
los señalamos: muchos de ellos se enteran de lo que pasó en la dictadura en la
escuela. Cuando comienzan a escolarizarse y habla del tema, después de los años
ochenta. El Juicio a las Juntas… se va haciendo público todo lo que en este
momento sabemos. Uno tiene que saber que en general que todo chico, entre los
seis y diez años, empiezan a dudar de la identidad, de la paternidad. Todos
comienzan a pensar que son adoptados o no en algún momento de la vida. En estos
chicos, es más grave todavía. Porque realmente ante la situación del robo de
bebés, de la restitución, comenzaron a preguntarse si ellos mismos habían sido.
Es una población que estamos viendo, nacida en el 76 en adelante. En algunos
casos algunos pacientes nacieron alrededor del 70 y eran chicos cuando comenzó
la dictadura, pero todo esto fue afectando su sentido de identidad, se
cuestionaron a sí mismos a ver hasta dónde eran hijos de estas personas.
CM: Que interesante trabajo ¿Cuántos testimonios han recogido en estos
quince años?
HB: Bastantes. No lo podría decir,
pero el número en sí es mucho, hemos tenido muchos pacientes.
CM: El trabajo finalmente expuesto y documentado, ¿cómo se utiliza? ¿Quién
lo utiliza?
HB: Nosotros publicamos en una
revista de Ciencias Sociales, de la Universidad de Quilmes, el año pasado, un
adelanto. Y este año, justamente el 22 de marzo presentamos este trabajo en el
Congreso Centroamericano de Psiquiatría, cuyo tema fundamental era “Mente y
Trauma”. Tuvo realmente una buena recepción, porque todos los países centro y latinoamericanos
sufrieron procesos parecidos en los años sesenta y setenta. Y realmente tuvo bastante
repercusión, lo cual nos alegró mucho. El reconocimiento aparte, de que en
Argentina se ha trabajado mucho más en ese sentido, que en el resto de
Latinoamérica. Algunos médicos dijeron, “acá en este país no hemos hecho
absolutamente nada”. Hemos establecido las relaciones como para tratar de
seguir ampliando y viendo en distintos países como han sido las reacciones. Yo
creo que ha sido de utilidad para ellos también, como la punta de un ovillo para
poder comenzar a trabajar.
CM: Le quiero hacer una última pregunta a Héctor Bravo, el médico
psiquiatra, desde su condición nos puede alumbrar un poquito más esto. Ya no
pensando en los hijos de los represores, sino los mismos represores y desde esa
estructura psiquiátrica o mental que tiene un ser humano ¿Qué se tiene cuando
se avala el asesinato o la tortura, sobre todo la tortura, el mutilar al otro,
a un semejante que grita…?
HB: Producirle dolor al otro
CM: Producirle dolor al otro, el dolor que le provoca el grito, el llanto,
humillación, etc. ¿Qué se tiene en la cabeza? Permítame la pregunta tan de
tribuna de fútbol.
HB: Es difícil saberlo. Muchos de ellos son personas psicopáticas,
perversas. En otros había mucho miedo en este proceso. Miedo a lo que pasaba y
era una forma de reaccionar, de pretender defenderse de ese miedo y lo
proyectaban y aplicaban sobre la persona, el otro. Creo que fundamentalmente
pasa por ahí. Y en algunos otros está la obediencia debiida, así como hubo
casos, los vemos en los relatos, de militares que decidieron retirarse antes
que ejecutar una orden de ese tipo. Depende de la estructura moral de cada uno.
Son los valores que son más predominantes en la constitución de su
personalidad.
CM: Muy interesante, doctor Bravo, muchas gracias.